domingo, 8 de mayo de 2011

HISTORIAS PARA NO DORMIR la siesta

Corría el año 2008 y mi jefe, un as de los negocios, me mandó a llevar una carta a la oficina de medio ambiente del Ayuntamiento, con la única instrucción de que se la entregara en mano a la señora X, incidiendo en la importancia de dársela en mano.
Raudo cual Ñu cruzando el amazonas me dirigí a dicha oficina silbando canciones de moda y pensando en mis tonterías diarias. Una vez allí y después de ser semi-interrogado, cacheado, pasado por el detector de metales, dejar el DNI en una entrada con 2 policías y 3 seguratas, me dejaron subir a entregarle la carta a la señora X.
Al subir las escaleras de su oficina tuve que volver a contar que hacía allí y que quería a otros dos filtros de secretarias que habían desayunado vinagre con limón a partes iguales.
Me senté a esperar a la Señora X la cual muy agradable me recibió a los 5 minutos y me invitó a contarle toda la historia de la importancia de darle la carta en mano.

Días después el Ayuntamiento llamó al trabajo y por la cara de mi jefe no creo que fuera para darle una beca. Al rato salió muy asombrado preguntándose como podían haber dado con su teléfono, yo en ese momento pensé en los 3 filtros a los que conté la historia de que hacía allí, pero sobre todo en el membrete del sobre que su mujer me dio para meter la carta.

Por lo visto la carta era una denuncia anónima a la competencia...

2 comentarios:

Pacou dijo...

Amigo mío, ponga más ojo en sus escritos: los ñus lo que cruzan es el Serengueti y las canciones se "silban" (a no ser que lo que esté entonando sea una "silva" --o un sirventés)

chiquidesign dijo...

Querido pacou: silbar lo corrijo ya que es una falta de ortografía y le agradezco su indicación, pero los Ñus de mis historias cruzan por donde ellos quieren.